Como en los tiempos originales, en la civilización moderna el juego continúa creando realidades que nos liberan del mundo ordinario. El adulto sumido en un mundo corriente, al momento de celebrar el juego, lo comprende como ficticio, por tanto representa el papel que le ha sido asignado, el niño por su parte crea un mundo irreal, sobre la red de sentidos que se configura a través de la cultura. Si bien este mundo irreal entendido en el sentido cultural, no implica efectivamente que esto sea verdadero. El niño genera una realidad profunda cuando comienza el acto del juego, la cual actúa sobre el entramando cultural y el mundo ordinario: realidad corriente, que por contraste convierte en ficción la realidad profunda. El adulto juega en el ámbito de la cultura: juego serio que convierte al hombre en el papel que representa, a diferencia del niño que crea sus juegos al margen de la cultura, contra sus reglas, como una ilusión que va socavando las reglas, el tiempo, y el espacio del mundo ordinario hasta convertirlo en irrealidad o realidad profunda.
Palabras Claves:
Juego-Celebración-Realidad Profunda-Realidad Corriente
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